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Ilustraciones de Cesare Ripa |
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Tarot Visconti |
LA FIGURA DE LA MUJER EN LOS ARCANOS
MAYORES DEL TAROT
Para poder comprender el ambiente histórico-filosófico en el
que surgió y evoluciono el Tarot, parece importante analizar una de las figuras
dominantes entre los arcanos mayores: La de la mujer.
Es extraño que la mujer tenga un puesto tan relevante en la
estructura jerárquica de estas cartas, en contraste con el que ocupaba en la
vida cotidiana. Parece como si los autores del Tarot hubieran elegido
deliberadamente, para los papeles que eran absoluto dominio varonil,
precisamente la figura de la mujer.
El poder religioso, representado por la figura del Papa (V),
esta compartida por su alter ego femenino: La Papisa (II). El poder civil, que
se identifica con el Emperador (IV) tiene como contrafigura femenina a La
Emperatriz (III).
Como es lógico, en los Enamorados (VI) las figuras unidas en
matrimonio eran de sexos opuestos. La Justicia (VIII) es una mujer severa que
administra la ley con equidad (la balanza), pero también con rigor (la espada).
La Fuerza, el símbolo masculino por excelencia, está representado por una mujer
que con un leve esfuerzo mantiene abiertas las fauces de un león furioso.
La Templanza (XIV) es una figura de una mujer angelical que
trasvasa de un ánfora a otra el agua de la vida. Con La Estrella (XVII) aparece
la primera figura femenina completamente desnuda. En El Juicio Arcano (XX)
resurge en la desnudez de su cuerpo, a la cumbre suprema de la Fe. Por último,
el Mundo (XXI) cierra triunfalmente el desfile de mujeres, precisamente con una
exaltación de la belleza femenina.
Todo esto ha hecho suponer que las figuras del Tarot, aun
habiendo surgido según los esquemas de la tradición pictórica medieval, han
sufrido la influencia pagana y gnóstica de la época del Renacimiento.
El ejemplo típico es La Papisa, un arcano que escandaliza a
los católicos, tanto es así, que en la baraja de los Visconti seria sustituida
por la Fe (que durante la Revolución Francesa se convirtió en Juno diosa romana
del matrimonio y reina de los dioses).
Con las bases del comportamiento establecido en esa época era
difícil que la mujer pudiera alcanzar una dignidad igual a la del hombre,
porque precisamente le faltaba la función de unión con lo sagrado, teniendo que
depender del hombre en esto.
Sin embargo, en el Tarot parece que todas estas limitaciones
han desaparecido y hasta han sido subvertidas.
Por ejemplo, se ha discutido mucho sobre el origen hebreo del
Tarot, pero lo que es seguro es que un hebreo jamás habría aceptado que se le atribuyese
la función sacerdotal a una mujer ni que el mundo estuviera representado simbólicamente
por una mujer desnuda; ni la Fuerza, como ya hemos comentado, por una mujer
joven y sonriente ante la presencia de un león.
Lo más probable es que el Tarot haya surgido en el ambiente
del renacimiento, inventado por un humanista italiano impregnado de cultura gnóstica.
Nada nos impide pensar que incluso pudiera haber sido una mujer. Si bien es
cierto que en la Edad Media hay poquísimos textos escritos por una mujer (a excepción
de las “cartas de amor” de Eloísa, las efusiones místicas de algunas santas y algún
escrito de alguna monja. La poetisa trovadora Beatriz di Die y la poetisa
conocida como María de Francia en sus Lais se atienen a las convenciones poéticas
de su tiempo), ya hacia finales del siglo XIV comienzan a aflorar las primeras
reaccionas contra la supremacía masculina; incluso hay mujeres que defienden a su sexo con la espada en la mano (Cristina de
Pisan).
Pero es en el Tarot donde, en los feudos típicos de la virilidad
y la fuerza masculina, se instala la tierna dulzura de la mujer. En el mundo de
los hados de las cartas, la mujer trasciende la figura de Eva para convertirse
en el símbolo universal del hombre y su mundo.
El Templo del Tarot
Fuente: Diego Meldi – Tarot - la historia, el simbolismo y el juego.