miércoles, 16 de marzo de 2016

LA FIGURA DE LA MUJER EN EL TAROT




Ilustraciones de Cesare Ripa
Tarot Visconti






LA FIGURA DE LA MUJER EN LOS ARCANOS MAYORES DEL TAROT

Para poder comprender el ambiente histórico-filosófico en el que surgió y evoluciono el Tarot, parece importante analizar una de las figuras dominantes entre los arcanos mayores: La de la mujer.

Es extraño que la mujer tenga un puesto tan relevante en la estructura jerárquica de estas cartas, en contraste con el que ocupaba en la vida cotidiana. Parece como si los autores del Tarot hubieran elegido deliberadamente, para los papeles que eran absoluto dominio varonil, precisamente la figura de la mujer.

El poder religioso, representado por la figura del Papa (V), esta compartida por su alter ego femenino: La Papisa (II). El poder civil, que se identifica con el Emperador (IV) tiene como contrafigura femenina a La Emperatriz (III).

Como es lógico, en los Enamorados (VI) las figuras unidas en matrimonio eran de sexos opuestos. La Justicia (VIII) es una mujer severa que administra la ley con equidad (la balanza), pero también con rigor (la espada). La Fuerza, el símbolo masculino por excelencia, está representado por una mujer que con un leve esfuerzo mantiene abiertas las fauces de un león furioso.

La Templanza (XIV) es una figura de una mujer angelical que trasvasa de un ánfora a otra el agua de la vida. Con La Estrella (XVII) aparece la primera figura femenina completamente desnuda. En El Juicio Arcano (XX) resurge en la desnudez de su cuerpo, a la cumbre suprema de la Fe. Por último, el Mundo (XXI) cierra triunfalmente el desfile de mujeres, precisamente con una exaltación de la belleza femenina.

Todo esto ha hecho suponer que las figuras del Tarot, aun habiendo surgido según los esquemas de la tradición pictórica medieval, han sufrido la influencia pagana y gnóstica de la época del Renacimiento.

El ejemplo típico es La Papisa, un arcano que escandaliza a los católicos, tanto es así, que en la baraja de los Visconti seria sustituida por la Fe (que durante la Revolución Francesa se convirtió en Juno diosa romana del matrimonio y reina de los dioses). 

Con las bases del comportamiento establecido en esa época era difícil que la mujer pudiera alcanzar una dignidad igual a la del hombre, porque precisamente le faltaba la función de unión con lo sagrado, teniendo que depender del hombre en esto.

Sin embargo, en el Tarot parece que todas estas limitaciones han desaparecido y hasta han sido subvertidas.
Por ejemplo, se ha discutido mucho sobre el origen hebreo del Tarot, pero lo que es seguro es que un hebreo jamás habría aceptado que se le atribuyese la función sacerdotal a una mujer ni que el mundo estuviera representado simbólicamente por una mujer desnuda; ni la Fuerza, como ya hemos comentado, por una mujer joven y sonriente ante la presencia de un león.

Lo más probable es que el Tarot haya surgido en el ambiente del renacimiento, inventado por un humanista italiano impregnado de cultura gnóstica. Nada nos impide pensar que incluso pudiera haber sido una mujer. Si bien es cierto que en la Edad Media hay poquísimos textos escritos por una mujer (a excepción de las “cartas de amor” de Eloísa, las efusiones místicas de algunas santas y algún escrito de alguna monja. La poetisa trovadora Beatriz di Die y la poetisa conocida como María de Francia en sus Lais se atienen a las convenciones poéticas de su tiempo), ya hacia finales del siglo XIV comienzan a aflorar las primeras reaccionas contra la supremacía masculina; incluso hay mujeres que defienden a  su sexo con la espada en la mano (Cristina de Pisan). 

Pero es en el Tarot donde, en los feudos típicos de la virilidad y la fuerza masculina, se instala la tierna dulzura de la mujer. En el mundo de los hados de las cartas, la mujer trasciende la figura de Eva para convertirse en el símbolo universal del hombre y su mundo.

El Templo del Tarot

Fuente: Diego Meldi – Tarot -  la historia, el simbolismo y el juego.

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