Los
detalles de la carta
Hay autores que
se detienen demasiado en la descripción de los detalles y los aspectos simbólicos.
De esta manera, descubrimos cartas tan complejas y cargadas de significado que
confunden completamente la interpretación. Aquellos creen que, cuando más
detalles haya, más cosas se aprenderán, como si hubiera que embellecer las
letras del alfabeto para poder leer el texto con mayor claridad. Una lámina
(una carta) es un simple signo que sólo hay que leer, no describir, como, por
otra parte, habría que hacer con un jeroglífico egipcio.
Además, como
los símbolos dibujados son universales, todo el mundo puede entenderlos, lógicamente
según la cultura de cada uno y, precisamente por esto, no son iguales para
todos. Pero, al mismo tiempo, al ser una experiencia individual, cada “echada”
de cartas indica un suceso personal que es independiente de la cultura y del
tiempo.
El Tarot
tradicional es sencillo, claro, casi descarnado. No dispersa la atención, más
bien la refuerza; invita a la concentración y no a la anulación (es decir, a la
pérdida de conciencia). Por tanto, es importante conocer el sentido de las
figuras, pero el verdadero arte de la adivinación está en saberlas ligar a la
experiencia personal propia para extraer de ellas las referencias precisas.
Los
colores
Hay otros autores
que siguen atribuyendo una excesiva importancia a los colores en la interpretación
de las cartas. En principio, no vamos a negarlo. Pero considerando que es
imposible remontarse a los colores originales de cualquier carta, nos parece un
tanto arbitraria cualquier reconstrucción cromática.
El principio,
seguramente las diversas combinaciones de colores tenían un sentido concreto:
la vista se impresionaba exactamente por las diversas gradaciones y
tonalidades, suscitando los efectos que se querían.
Por hoy día,
cuando se ha perdido casi por completo el uso correcto de los colores, no se
puede considerar esencial lo que refleja, simplemente, los prejuicios del
autor. Además, las dificultades tipográficas para reproducir exactamente las
diversas tonalidades hacen inútiles las disquisiciones sobre algo que resultaría
poco evidente.
Los colores
empleados para la baraja o mazo del Tarot citado en este volumen son,
simplemente, una hipótesis del trabajo. en lo posible, se han tratado de reproducir
los posibles colores que habría debido tener cada figura, basándonos en el
método que hemos adoptado (en este caso, el color tiene la misión de excitar el
nervio óptico y preparar la mente para la visualización).
El
dibujo
En cambio, hay
algunos que han convertido las cartas del Tarot en tebeos de viñetas o en
espléndidos dibujos de fantasía, bonitos y agradables a la vista, pero casi
inútiles para usarlos. Las cartas del Tarot antiguas solían ser bastante toscas
en sus rasgos, pero no por ello eran menos eficaces.
El Tarot no
está hecho sólo para distraer la mente o alegrar la vista (aunque nadie se lo
impide): sobre todo, debe impulsar a la mente a buscar continuamente conexiones
o relaciones. Es casi un regreso a los eruditos medievales.
Al buscar analogías,
los signos tienen que convertirse en estímulos de una búsqueda interior que es
la única que puede servir de base para un cambio verdadero, el retrato de
nuestra vida.
Fuente:
Tarot – Diego Meldi
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